La mejor manera de convencer a los demás para
que se acerquen a Dios
“No sé cómo evangelizar” es a la conclusión que
muchos de nosotros llegamos al fallar en el intento de acercar a Dios a algún
familiar o amigo. A veces se nos dificulta mucho el tener las palabras
necesarias o los argumentos adecuados para que los demás comprendan el amor que
le tenemos a Dios y presentar las pruebas de su existencia, pero nos olvidamos
que la experiencia de Dios es meramente personal y no podemos hacer sentir y
comprender a los demás lo que nosotros sentimos y comprendemos, pues necesitan
tener su propio encuentro con Dios. Lo que sí podemos hacer nosotros es ser luz
para iluminar a los demás, evangelizar sin palabras sino con acciones,
transmitir todo lo que nos conduce a Dios y propiciar un ambiente basado en la
confianza para que la otra persona esté libremente dispuesta a conocer a Dios.
Es muy importante ser creativos al momento de evangelizar, recordando que la
creatividad no es simplemente el hecho de hacer cosas diferentes, sino de hacer
cosas nuevas: crear. Cuando Dios nos creó en el origen, nos hizo a su imagen y
semejanza; esto quiere decir que nos comparte su acción creadora, haciéndonos
capaces de que nosotros siendo creaturas, seamos creadores también.
Por el hecho de que la creatividad es una
característica de Dios, también se entiende como una característica del amor:
el amor nos lleva a ser creativos, es decir, a crear cosas nuevas. Quien se
llena del amor, necesita encontrar una manera de expresarlo sin limitarlo. Es
por eso que quien se llena del amor de Dios, consecuentemente podrá expresarlo
de manera nueva y fresca a los demás. Aquí está la clave para ser creativos al
evangelizar a los demás: nuestra relación con Dios.
San Juan Bosco comprendió este aspecto muy bien
en su lucha y esfuerzo por llevar a los jóvenes y niños hacia Cristo, dejó a un
lado las rutinas y la marcada separación entre la Iglesia y el pueblo; iba a
las calles a estar con los muchachos, los visitaba en sus trabajos, los apoyaba
y les daba de comer, los visitaba a las cárceles, les enseñaba a leer y
escribir, los divertía y entretenía, etc… En su autobiografía comenta: “Los
sábados iba a las cárceles con los bolsillos llenos de cigarrillos, de frutas,
o de galletas con el objeto de conquistar a aquellos chicos que tenían la
desgracia de ser encarcelados y asistirlos así de alguna manera, y hacérmelos
mis amigos y lograr que vinieran al Oratorio cuando salieran de aquel lugar de
castigo” (Sálesman 125). Así como San Juan Bosco se sumergía en los ambientes
de aquellos muchachos sin ser de ahí, de la misma manera nosotros estamos en el
mundo sin ser del mundo; por eso podemos valernos de muchísimas herramientas y
medios de este mundo para llevar a Dios que no es de este mundo.
Probablemente muchos se sigan preguntando
“entonces, ¿cómo le hago? ¿qué debo hacer exactamente?” La respuesta para cada
uno es personal y está en su corazón. Dios nos da una misión a cada uno, y
nosotros al ser únicos, nuestra creatividad también es única en respuesta a su
amor. Vivimos en un mundo donde hay muchas cosas que se pueden usar a nuestro
favor: las redes sociales, el arte, el deporte, la juventud, las familias, la
educación, los juegos, la cultura, la ciencia, la tecnología, la moda, el
trabajo, y así muchísimas otras cosas. En virtud de ese amor de Dios que mora
en el corazón de cada uno de nosotros, podremos poner en acción la
evangelización creativa. Cristo no se limita a ser solamente espiritualidad, ni
solamente diversión y juegos, ni solamente inteligencia y conocimiento: Cristo
lo abarca todo y sobre todo, por eso podemos llevarlo a todos lados.
Comprendiendo todo esto, es importante tener en
cuenta que al evangelizar no venimos a imponer nada a nadie, sino a compartir
todo lo que tenemos, que es Dios. Cristo no vino a imponer una religión o una
creencia, vino a compartir lo que es: el amor. ¡Es tu turno de llevar a Dios a
los demás!
Bibliografía:
Sálesman, Eliécer. Autobiografía de San Juan Bosco, memorias del oratorio. Editorial
Centro Don Bosco. 6ta edición. Año 2010.
Roman Martínez MFJ
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