Actualmente nuestra vida cotidiana está envuelta en tareas,
pendientes, trabajos, requisitos, exigencias, condicionamientos y
sobresaturación de cosas por hacer. Vivimos en un mundo en el que para vivir
hay que trabajar, y tanto trabajo nos desgasta que, sin duda alguna, afecta
nuestra calidad de vida. Estas condiciones nos orillan a querer ganar mucho
trabajando poco, es decir, queremos recibir en mayor cantidad, dando en menor
cantidad; pero la vida no funciona de esta manera. Probablemente la solución al
problema sería descubrir ¿cómo puede uno dar mucho sin agotarse? es decir,
¿cómo puede uno trabajar incansablemente?
Existe un Santo, llamado San Juan Bosco, que encontró la respuesta
a estas preguntas y supo vivir plenamente el trabajo incansable. Él siempre
decía: “Para trabajar con éxito, téngase caridad en el corazón y paciencia en
la ejecución”. Con esto se puede entender que el trabajo siempre debe ser hecho
con amor y debe ser acompañado de la templanza, ambas de la mano, y de esta
manera el trabajo será exitoso, pero ¿para trabajar incansablemente?
Entender la finalidad y el deber ser del trabajo nos puede ayudar
a encontrar la respuesta. Todos estamos invitados a mirar el trabajo como medio
y herramienta de amor para alcanzar la santidad. Entonces ¿los trabajos en
casa, las tareas de la escuela y los pendientes de oficina me pueden ayudar a
ser santo y realizarme en el amor? Sí, a continuación se explica.
La ascesis es un término que se utilizaba en la antigua Grecia para
explicar las condiciones de esfuerzo y sacrificio físico a las que se sometían los
atletas para adquirir la fuerza, es decir, la virtud. En la actualidad, lo
podemos entender como ese esfuerzo amoroso que lleva a alcanzar una virtud y un
bien moral. La ascesis relaciona estrechamente el área corporal con el área
espiritual, trascendiendo los trabajos físicos en una ofrenda amorosa a Dios.
Es por eso que todo trabajo que realicemos, mientras se busque un bien, podemos
ofrecérselo a Dios, santificando así nuestras tareas, trabajos y servicios.
Vivir la ascética nos ayuda a comprender que lo que debemos buscar nosotros
como seres humanos al realizar algún trabajo, es nada más y nada menos que realizar
la voluntad de Dios.
Es imposible evitar un desgaste físico después de trabajar, pero al
realizar ese trabajo con esfuerzo amoroso, teniendo como motor el cumplir la
voluntad de Dios, recibimos una gran ganancia en el alma y en el espíritu.
¡Pero cuidado! es importante no desvalorar ni desvirtuar nuestro cuerpo con
sacrificios y trabajos agotadores; San Juan Bosco, quien trabajó
incansablemente por los niños y jóvenes, comprendió muy bien esto y nos lo
explica en su autobiografía: “Pero las tareas escolares, las ocupaciones de los
repasos, el mucho leer requerían el día y una gran parte de la noche. Varias
veces me sucedió que me cogía la hora de levantarme con un libro entre las
manos, cuya lectura había empezado la noche anterior. Esto arruinó de tal forma
mi salud, que durante varios años mi vida parecía estar al borde de la tumba.
Por eso siempre aconsejaré hacer lo que se pueda, y no más. La noche se hizo
para descansar, y, fuera del caso de necesidad, nadie debe dedicarse a trabajos
después de cenar”. San Juan Bosco nos enseña que el trabajo
incansable no se refiere únicamente a la dimensión corporal, sino a todo
nuestro ser, llevando así en plenitud el alma y el espíritu en amor a Dios.
Por lo tanto, todos estamos invitados a vivir el trabajo como una
oportunidad para amar a Dios y a los demás, a que seamos pacientes en lo que
realicemos y siempre hacerlo de la mejor manera, pues es una ofrenda a Dios,
encontrando así la alegría y plenitud de realizar su voluntad; pero siempre
teniendo en cuenta nuestra salud, dando su debido tiempo y espacio a cada cosa.
Cada uno debe ser consciente de cuando necesite dedicar tiempo al descanso y
tiempo al trabajo.
¡Ahora tú puedes ser un trabajador incansable para construir el
Reino de Dios aquí en la tierra!
José Román Martínez MFJ
Muy buen artículo. También nos ayuda a no cansarnos el hacer las cosas EN CRISTO, CON CRISTO Y COMO CRISTO. Hacer las cosas con amor le da sentido a nuestra vida, potencializa nuestras aptitudes y fortalece nuestras actitudes.
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