En la muerte se separan el cuerpo y el alma. El cuerpo se descompone, mientras que el alma sale al encuentro de Dios y espera a reunirse en el último día (el día del juicio final) con su cuerpo resucitado.
El cómo de la resurrección de nuestro cuerpo es un misterio, una imagen puede ayudar a asumirlo: cuando vemos un bulbo de tulipán no podemos saber qué hermosa flor se desarrollará en la oscuridad de la tierra. Igualmente no sabemos nada de la apariencia humana futura de nuestro mismo cuerpo. Sin embargo, san Pablo está seguro: “Se siembra un cuerpo sin gloria, resucita glorioso" (1 Cor 15, 43-a).
¿Por qué se hacen santas a las personas y cómo se decide eso, si en la Biblia no viene?
Todos los católicos estamos llamados a la santidad (Rom 1,7), o sea a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección del amor (CIC 2013).
A quienes se ha canonizado, son personas que se sabe con seguridad que han vivido de acuerdo a lo que Dios y su Iglesia quieren y mandan. El cómo se canoniza a alguien es un proceso muy riguroso y técnico que realiza la Iglesia Universal para comprobar la vida santa de alguna persona, se llevan a cabo procesos que suelen llevar decenas de años. Cuando se canoniza a alguien, se proclama solemnemente que aquella persona, ha practicado heroicamente las virtudes y ha vivido en la fidelidad a la gracia de Dios. La Iglesia reconoce el Espíritu de santidad, el cual está en ella misma, y sostiene la esperanza de los fieles, poniendo a los santos como modelos e intercesores (CIC 828).
Modelos porque nos enseñan cómo vivir de acuerdo a los mandatos y voluntad de Dios y su Iglesia desde distintos estilos de vida (santos sacerdotes, religiosos, jóvenes, familias). Intercesores porque llevan nuestras necesidades y nuestras oraciones ante Dios. A pesar de que Él ya las conoce, la devoción a María y los santos nos ayuda para que nuestras oraciones tengan más fuerza. En la Biblia, en el libro del Apocalipsis (8,3-4) se menciona que un ángel ofrece la oración de todos los santos, en la presencia de Dios.
La Iglesia, unida a Cristo, está santificada por Él. Por Él y en Él ha sido ella también hecha santificadora (CIC 284), las obras de la Iglesia se empeñan en la santificación de los hombres en Cristo y la glorificación de Dios (SC 10).
¿Por qué creer en los santos e
imágenes, si en Biblia dice que no se adora a los santos?
«No se fabriquen ídolos ni
se erijan imágenes o piedras conmemorativas; no pongan en su tierra piedras
grabadas para postrarse delante de ellas, porque yo soy el Señor, su Dios»
(Lev 26, 1).
«No tendrás
otros dioses delante de mí. No te harás ninguna escultura y ninguna imagen de
lo que hay arriba, en el cielo, o abajo, en la tierra, o debajo de la tierra,
en las aguas» (Éxodo 20, 3-4)
Para proteger el misterio de Dios y diferenciarse de las imágenes de
culto de los paganos, era lo que el primer mandamiento ordenaba (no fabricarse
ídolos). Pero, puesto que Dios se ha dado a sí mismo un rostro humano en
Jesucristo, la prohibición de imágenes quedó superada en el cristianismo (Youcat
358).
Los israelitas
sabían que Dios es superior a todo y que es mucho más grande que cualquier cosa
del mundo. En el cristianismo se relajó la prohibición de las imágenes a partir
del siglo IV en consideración a Cristo y posteriormente se suprimió (en el 787
d.C). Mediante su encarnación Dios ya no
es absolutamente inimaginable; desde Jesús podemos tener una imagen de su
esencia: «Quien me ha visto a mí, ha visto al Padre» (Jn 14,9). (Youcat 358).
Las imágenes sagradas de María y de los santos
hacen referencia a Jesús. Significan a Cristo que es glorificado en ellos.
Representan la nube de testigos (Heb 12, 1) que continúan participando en la salvación
del mundo y a los que estamos unidos (CIC 1161).
Las imágenes estimulan la oración. Funcionan como las fotografías que tenemos de
nuestros seres queridos, cuando vemos una foto nos recuerda a quien representa,
nos permite pensar en aquél que está estampado en la imagen. Algunos incluso
dan un beso a las fotos que tienen de alguien a quien le tienen mucho cariño,
no están dando cariño a la fotografía, que es un pedazo de papel impreso, de la
misma forma, hay quienes, ante las imágenes de Cristo, María y los santos,
tienen devoción y la demuestran.
¿Es malo ir a una iglesia de otra religión siendo yo
católica?
Primero, es importante aclarar algunos aspectos de nuestra Santa Iglesia Católica:
«Esta es la única Iglesia
de Cristo, que en el Símbolo [credo] confesamos como una, santa, católica y
apostólica, y que nuestro Salvador, después de su resurrección, encomendó a
Pedro para que la apacentara (cf. Jn 21,17), confiándole a él y a los demás
Apóstoles su difusión y gobierno (cf. Mt 28,18 ss), y la erigió perpetuamente
como columna y fundamento de la verdad (cf.1 Tm 3,15). Esta Iglesia,
establecida y organizada en este mundo como una sociedad, subsiste en la
Iglesia católica, gobernada por el sucesor de Pedro y por los Obispos en
comunión con él» (Lumen Gentium 8).
La Iglesia, en su catecismo (819) admite que
existen elementos de santificación y verdad fuera de los límites visibles de la
misma Iglesia Católica, el Espíritu de Cristo se sirve de estas Iglesias y
comunidades como medios de salvación que tienen una fuerza que viene de la
plenitud que Cristo confió a la Iglesia Católica.
La Iglesia Católica reconoce en las otras
religiones que hay una búsqueda “aún en sombras” del Dios desconocido pero
cercano. Dios es el que ha dado la vida a todos, el aliento y quiere que todos
los hombres se salven. Por ello la Iglesia aprecia todo lo bueno y verdadero
que se pueda encontrar en diversas religiones (Catecismo 843). La Iglesia es el
lugar donde la humanidad debe volver a encontrar su unidad y su salvación
(Catecismo 844).
No es nada recomendable asistir a otros cultos
o congregaciones cristianas, ciertamente se pueden encontrar medios y verdades
para la salvación en otras comunidades cristianas, pero siendo católica o
católico, se goza de la totalidad de estos medios en nuestra Iglesia, por ello,
suena extraño el que alguien católico quiera acudir, asistir a algún otro culto
o templo ajeno a la Iglesia Universal. Evitando de modo más grave y en toda
circunstancia el acudir a cultos orientales, como budistas o hinduistas.
Para el conocimiento de distintas comunidades
o sectas sobran documentos al alcance de todos para informarse, si se pretende
acudir por aceptar alguna invitación que se ha hecho, siempre se puede rechazar
con cortesía esta invitación, en base al respeto de nuestras creencias.
Si se llega a decidir ir a alguna congregación
cristiana, asunto no sugerido, se necesita ir por una motivación o finalidad
noble, sin fines de reprochar, criticar o juzgar tal religión o culto. Y
es necesario también tener la fe verdadera, que promueve la Iglesia Católica
muy asimilada, muy arraigada, sabiéndose y sintiéndose católica(o) en todo
momento para que no lleguen a haber dudas o a peligrar nuestra certeza y fe.
Reiterando que no es recomendable asistir a otro culto, aunque en sí, cuando no
hay intenciones malas, no constituya necesariamente un pecado.




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