martes, 19 de abril de 2016

Los no-cristianos también pueden ir al cielo, la misericordia de Dios es infinita...

Cuando dos personas se juntan por amor y deciden formar una familia. Siempre han sido personas buenas, honestas, de valores y ética, justas, etc. Pero nunca se casaron por la Iglesia y/o nunca se bautizaron. Cuando mueran, ¿no podrán ir al cielo?

Sí pueden ir al cielo.
Para recibir el sacramento del matrimonio se necesita haber recibido primero el sacramento del bautismo. Es necesario entender que quienes no conocen a Dios pero viven una vida digna y de acuerdo a su recta conciencia también tienen la salvación: “Los que sin culpa suya no conocen el Evangelio de Cristo y su Iglesia, pero buscan a Dios con sincero corazón e intentan en su vida, con la ayuda de la gracia, hacer la voluntad de Dios, conocida a través de lo que les dice su conciencia, pueden conseguir la salvación eterna” (CIC 847).
Como Iglesia, es nuestra tarea acercar a esas personas al conocimiento de Dios, el Papa Francisco en su exhortación apostólica “Amoris Laetitia” nos dice: “Con el enfoque de la pedagogía divina, la Iglesia mira con amor a quienes participan en su vida de modo imperfecto: pide para ellos la gracia de la conversión; les infunde valor para hacer el bien, para hacerse cargo con amor el uno del otro y para estar al servicio de la comunidad en la que viven y trabajan” (AL 78).
También es importante recordar que “el sacramento del matrimonio no es una

convención social, un rito vacío o el mero signo externo de un compromiso. El sacramento es un don para la santificación y la salvación de los esposos, porque su recíproca pertenencia es representación real, mediante el signo sacramental, de la misma relación de Cristo con la Iglesia” (AL 72).



Judas se suicidó antes de que Jesús resucitara. ¿Judas se fue al infierno o se salvó?

No se sabe con exactitud, únicamente Dios sabe dónde se encuentra su alma. Es importante entender que la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo no es un hecho histórico-lineal, sino que se encuentra en la plenitud de los tiempos, es decir, es para el pasado, presente y futuro. Jesús abre las puertas del cielo para toda la humanidad en el momento de su resurrección, es por eso que cuando muere, baja a los infiernos (donde se encontraban las almas de todos los muertos) y libera a todos aquellos que murieron antes de su llegada (CIC 633). Por eso todos los hombres de todos los tiempos vamos a resucitar junto con Cristo. Esto significa que Judas, así como todos los pecadores, vamos a resucitar; sin embargo después del la resurrección viene el juicio final. No podemos olvidar que la justicia de Dios es la misericordia.
Al morir, el espíritu sale al encuentro de Dios y antes de la resurrección sucede el juicio particular: la vida es el tiempo que tenemos para aceptar libremente a Dios y como consecuencia de esto sucede el juicio particular (CIC 1021). Después de este juicio, quienes mueren en gracia pasan a estar con Cristo, quienes no se encuentran en gracia pero sí aceptaron a Dios viven un proceso de purificación (purgatorio) en espera de la resurrección y del juicio final (CIC 1031), y finalmente quienes no aceptan a Dios pasan a la condenación eterna de estar fuera de Su presencia (infierno).
Sabemos que Judas se ahorcó, pero no sabemos si en el último instante de su muerte se arrepintió y aceptó a Dios, por esta razón tampoco es posible afirmar si Judas se salvó o no de la condenación eterna.



¿Por qué en la misa cuando se dice el “yo confieso” decimos “por mi culpa”? ¿Si estamos confesados?

Porque nos reconocemos pecadores ante Dios y ante nuestros hermanos.
La oración del “yo confieso” es parte del acto de contrición de la misa, en esta oración nos reconocemos pecadores, mostramos arrepentimiento de nuestros pecados de obra, pensamiento, palabra y omisión, y rogamos a Dios, a sus ángeles y a sus santos para que nos perdone. Los pecados veniales quedan perdonados si hay sincero arrepentimiento.
El ser humano está herido por el pecado y desgraciadamente a veces cometemos pecados de manera inconsciente, es por eso que aunque estemos confesados decimos esta oración y nos arrepentimos de los pecados que pudimos haber hecho sin darnos cuenta, pues ofenden a Dios. Más que nada esto nos ayuda a ser humildes y reconocer nuestra condición de pecado y la necesidad que tenemos de Dios, así como el mantener una relación cercana de amor con Él en la que se busque darle siempre lo mejor.


viernes, 15 de abril de 2016

Más respuestas

¿Qué pasa con nosotros cuando morimos?

En la muerte se separan el cuerpo y el alma. El cuerpo se descompone, mientras que el alma sale al encuentro de Dios y espera a reunirse en el último día (el día del juicio final) con su cuerpo resucitado.
El cómo de la resurrección de nuestro cuerpo es un misterio, una imagen puede ayudar a asumirlo: cuando vemos un bulbo de tulipán no podemos saber qué hermosa flor se desarrollará en la oscuridad de la tierra. Igualmente no sabemos nada de la apariencia humana futura de nuestro mismo cuerpo. Sin embargo, san Pablo está seguro: “Se siembra un cuerpo sin gloria, resucita glorioso" (1 Cor 15, 43-a).



¿Por qué se hacen santas a las personas y cómo se decide eso, si en la Biblia no viene?
Todos los católicos estamos llamados a la santidad (Rom 1,7), o sea a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección del amor (CIC 2013). 

A quienes se ha canonizado, son personas que se sabe con seguridad que han vivido de acuerdo a lo que Dios y su Iglesia quieren y mandan. El cómo se canoniza a alguien es un proceso muy riguroso y técnico que realiza la Iglesia Universal para comprobar la vida santa de alguna persona, se llevan a cabo procesos que suelen llevar decenas de años. Cuando se canoniza a alguien, se proclama solemnemente que aquella persona, ha practicado heroicamente las virtudes y ha vivido en la fidelidad a la gracia de Dios. La Iglesia reconoce el Espíritu de santidad, el cual está en ella misma, y sostiene la esperanza de los fieles, poniendo a los santos como modelos e intercesores (CIC 828).

Modelos porque nos enseñan cómo vivir de acuerdo a los mandatos y voluntad de Dios y su Iglesia desde distintos estilos de vida (santos sacerdotes, religiosos, jóvenes, familias). Intercesores porque llevan nuestras necesidades y nuestras oraciones ante Dios. A pesar de que Él ya las conoce, la devoción a María y los santos nos ayuda para que nuestras oraciones tengan más fuerza. En la Biblia, en el libro del Apocalipsis (8,3-4) se menciona que un ángel ofrece la oración de todos los santos, en la presencia de Dios.

La Iglesia, unida a Cristo, está santificada por Él. Por Él y en Él ha sido ella también hecha santificadora (CIC 284), las obras de la Iglesia se empeñan en la santificación de los hombres en Cristo y la glorificación de Dios (SC 10).



¿Por qué creer en los santos e imágenes, si en Biblia dice que no se adora a los santos?
«No se fabriquen ídolos ni se erijan imágenes o piedras conmemorativas; no pongan en su tierra piedras grabadas para postrarse delante de ellas, porque yo soy el Señor, su Dios» (Lev 26, 1).
«No tendrás otros dioses delante de mí. No te harás ninguna escultura y ninguna imagen de lo que hay arriba, en el cielo, o abajo, en la tierra, o debajo de la tierra, en las aguas» (Éxodo 20, 3-4)
Para proteger el misterio de Dios y diferenciarse de las imágenes de culto de los paganos, era lo que el primer mandamiento ordenaba (no fabricarse ídolos). Pero, puesto que Dios se ha dado a sí mismo un rostro humano en Jesucristo, la prohibición de imágenes quedó superada en el cristianismo (Youcat 358).
Los israelitas sabían que Dios es superior a todo y que es mucho más grande que cualquier cosa del mundo. En el cristianismo se relajó la prohibición de las imágenes a partir del siglo IV en consideración a Cristo y posteriormente se suprimió (en el 787 d.C).  Mediante su encarnación Dios ya no es absolutamente inimaginable; desde Jesús podemos tener una imagen de su esencia: «Quien me ha visto a mí, ha visto al Padre» (Jn 14,9). (Youcat 358).
Las imágenes sagradas de María y de los santos hacen referencia a Jesús. Significan a Cristo que es glorificado en ellos. Representan la nube de testigos (Heb 12, 1) que continúan participando en la salvación del mundo y a los que estamos unidos (CIC 1161).
Las imágenes estimulan la oración. Funcionan como las fotografías que tenemos de nuestros seres queridos, cuando vemos una foto nos recuerda a quien representa, nos permite pensar en aquél que está estampado en la imagen. Algunos incluso dan un beso a las fotos que tienen de alguien a quien le tienen mucho cariño, no están dando cariño a la fotografía, que es un pedazo de papel impreso, de la misma forma, hay quienes, ante las imágenes de Cristo, María y los santos, tienen devoción y la demuestran.




¿Es malo ir a una iglesia de otra religión siendo yo católica?
Primero, es importante aclarar algunos aspectos de nuestra Santa Iglesia Católica:
«Esta es la única Iglesia de Cristo, que en el Símbolo [credo] confesamos como una, santa, católica y apostólica, y que nuestro Salvador, después de su resurrección, encomendó a Pedro para que la apacentara (cf. Jn 21,17), confiándole a él y a los demás Apóstoles su difusión y gobierno (cf. Mt 28,18 ss), y la erigió perpetuamente como columna y fundamento de la verdad (cf.1 Tm 3,15). Esta Iglesia, establecida y organizada en este mundo como una sociedad, subsiste en la Iglesia católica, gobernada por el sucesor de Pedro y por los Obispos en comunión con él» (Lumen Gentium 8).
La Iglesia, en su catecismo (819) admite que existen elementos de santificación y verdad fuera de los límites visibles de la misma Iglesia Católica, el Espíritu de Cristo se sirve de estas Iglesias y comunidades como medios de salvación que tienen una fuerza que viene de la plenitud que Cristo confió a la Iglesia Católica.
La Iglesia Católica reconoce en las otras religiones que hay una búsqueda “aún en sombras” del Dios desconocido pero cercano. Dios es el que ha dado la vida a todos, el aliento y quiere que todos los hombres se salven. Por ello la Iglesia aprecia todo lo bueno y verdadero que se pueda encontrar en diversas religiones (Catecismo 843). La Iglesia es el lugar donde la humanidad debe volver a encontrar su unidad y su salvación (Catecismo 844).
No es nada recomendable asistir a otros cultos o congregaciones cristianas, ciertamente se pueden encontrar medios y verdades para la salvación en otras comunidades cristianas, pero siendo católica o católico, se goza de la totalidad de estos medios en nuestra Iglesia, por ello, suena extraño el que alguien católico quiera acudir, asistir a algún otro culto o templo ajeno a la Iglesia Universal. Evitando de modo más grave y en toda circunstancia el acudir a cultos orientales, como budistas o hinduistas.
Para el conocimiento de distintas comunidades o sectas sobran documentos al alcance de todos para informarse, si se pretende acudir por aceptar alguna invitación que se ha hecho, siempre se puede rechazar con cortesía esta invitación, en base al respeto de nuestras creencias.
Si se llega a decidir ir a alguna congregación cristiana, asunto no sugerido, se necesita ir por una motivación o finalidad noble, sin fines de reprochar, criticar o juzgar tal religión o culto. Y es necesario también tener la fe verdadera, que promueve la Iglesia Católica muy asimilada, muy arraigada, sabiéndose y sintiéndose católica(o) en todo momento para que no lleguen a haber dudas o a peligrar nuestra certeza y fe. Reiterando que no es recomendable asistir a otro culto, aunque en sí, cuando no hay intenciones malas, no constituya necesariamente un pecado.

jueves, 14 de abril de 2016

Primeras respuestas

Estas son algunas de las respuestas de las preguntas de esta semana:


¿Por qué se dice que María es Esposa del Espíritu santo?

Así como lo describe el Magníficat, Dios ha hecho grandes cosas en María, y una de ellas es su especial unión con el Espíritu Santo.
En el sacramento del matrimonio por el amor que se tienen los esposos el uno al otro, se da una unión íntima y profunda entre ellos, que los lleva a transformarse en una sola carne (Por tanto el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y serán una sola carne Gn 2, 24), fruto de ese amor y unión entre ellos, es la vida de los hijos.
En el caso de María la palabra “Esposa” expresa la relación íntima e inseparable, desde que fue concebida, entre ella y el Espíritu Santo, al grado de que el Ángel Gabriel la llama “llena de gracia”, que podríamos decir la llena del Espíritu Santo.
Y de la misma manera con la que el amor entre esposos engendra una nueva vida, el Espíritu Santo cubre a María con su sombra, para engendrar en su seno a Jesús el Hijo de Dios.
Es por eso que para nosotros como aliados de Dios en FAMDAL, el tener presente a María es muy importante, porque estamos convencidos de que María sigue actuando como ESPOSA junto con el Espíritu Santo en nosotros para hacer nacer a Jesús en nuestros corazones.




¿Por qué se cuestiona que Dios necesita de nosotros si Él es todopoderoso?

Es cierto que Dios es todopoderoso, este atributo de Dios afirma que todo lo puede, que nada es imposible para Él y que no necesita de nada ni nadie para ser Él mismo. El hecho de que Dios nos necesite no se refiere a que Él tenga la necesidad de nosotros para estar bien, para llenar algo en Él o para realizar algo que Él no puede hacer, pues por sí mismo está completo y todo lo puede, sino que Dios por libre elección nos comparte su misión y quiere que colaboremos con Él, nosotros somos libres de aceptar ya que Él no nos obliga a nada. 
Al estar en relación con Dios, es importante reconocer que es una relación de amor, donde el amor ocupa fluir: primeramente se recibe de Dios y después se corresponde a Dios a través de los demás. Dios, por amor, necesita de nuestra ayuda no porque a Él le falte, sino porque sabe lo que nos conviene y quiere lo mejor para nosotros, por eso nos invita a ponernos al servicio de todos los necesitados de su amor, tiene sed de nuestro amor entregado a través de los demás; Dios nos necesita porque nos ama y quiere lo mejor para nosotros, cuando tú verdaderamente amas a alguien, estás dejando que Dios ame a esa persona. Esa es la necesidad de Dios, amar infinitamente, pues Dios, en esencia, es Amor.



¿Todos somos jóvenes en el cielo? y ¿cómo creó Dios todas las cosas?

No, únicamente sabemos que en el último día resucitaremos con Cristo y nuestros cuerpos estarán en un estado glorioso, el cual no conocemos, pero que Cristo manifestó a sus discípulos cuando resucitó. Cuando morimos, se da la separación del alma (ésta es inmaterial e inmortal) y el cuerpo (éste es material y perece) y nuestra alma pasa a estar en presencia de Dios a la espera del juicio final o el último día, que es cuando todos resucitaremos, y tendremos nuestro cuerpo, alma y espíritu en un estado glorioso; a partir del juicio, podremos estar en el cielo nuevo, es decir, el Reino de los Cielos, donde estaremos eternamente con Dios.



En cuanto a la segunda pregunta, según el libro del génesis, Dios creó todas las cosas en 6 días, y el séptimo descansó; esto lo hizo con su Palabra, es decir, Él dio la orden y existió. Existen dos relatos sobre la creación en el libro del génesis, pero lo que es importante reconocer es que Dios creó al mundo; la Iglesia no niega los estudios científicos que enriquecen el descubrimiento del origen del ser humano y de todo lo creado, pero un hecho que no se puede cambiar es que, sea como haya sido científicamente, Dios es el Autor y Creador de todas las cosas.