jueves, 17 de diciembre de 2015

¿Porqué el paternalismo es incompatible con la Misericordia?

¿Porqué el Paternalismo es incompatible con la Misericordia?



Estamos iniciando el Año de la misericordia y me ha parecido prudente, poder ir descubriendo lo que realmente es, pues siento que en general es un término al cual se le tiende a reducir de muchas maneras, es decir a no comprender todo lo que esta implica tanto en teoría como en práctica.
Uno de los aspectos que me gustaría recalcar es que considero que no podemos reducir el ser misericordiosos solo a saber perdonar, pues, aunque es cierto que el perdón es un fruto de la misericordia, no se puede decir que son lo mismo.

A mi parecer hay algo más esencial en la misericordia y esto es que esta implica el encontrarse con la dignidad, bondad y valor de cada persona, incluso de aquellas que no logran descubrir este valor bondad y dignidad de sí mismas, y ¿a qué nos lleva esto?  A descubrir que por el simple hecho de ser persona todos tenemos la capacidad de hacer el bien, tanto a nosotros como a los demás, aun a pesar de habernos equivocado, haber fallado o realizados acciones, moralmente malas o hasta inhumanas, todos tenemos esa capacidad de ser conscientes y desde el presente comenzar a tomar decisiones correctas, decisiones encaminadas a amar. Esto me parece significa la misericordia, encontrase con aquello que está en el fondo de cada persona, y que, al descubrirse, abre las puertas al perdón como medio para que la otra persona descubra su propio valor y bondad.


Como podemos ver en la parábola del hijo prodigo, en la que el Padre no solo perdona a su hijo, sino que le ayuda a descubrir su dignidad de Hijo suyo, aun a pesar de que él ya no se sentía digno, en este caso vemos como la misericordia no se limita al perdón, sino que va más allá.

Cada persona guarda dentro de sí un sin número de capacidades, para realizar tareas, para aprender, para decidir, pero la más importante de todas, es que somos capaces de amar, pero cada una de ellas es necesario irla desarrollando, es por eso que alguien misericordioso, busca desarrollarse a sí mismo, en especial en el amar, y de la misma manera busca que los demás lo hagan también.

Por eso es que la actitud que llamamos Paternalismo, es contraria a la de la misericordia, pues mientras en una, el paternalismo, se desvaloriza a la persona, considerándola incapaz de hacer muchas cosas y de superar dificultades, por lo que se intenta hacer todo en vez de ella o dejarle solo las cosas fáciles, en la otra, la misericordia, se busca crear el ambiente de crecimiento y desarrollo.

Y que mejor manera de crecer que ante los retos y dificultades pues, basta con pensar en alguna dificultad que hayas superado, seguramente descubriste gracias a ella que eres capaz de hacer cosas que no imaginabas.

En conclusión, el Paternalismo, aunque pudiera parecer una actitud buena y misericordiosa, es todo lo contrario, pues al privar de dificultades, se priva a la persona de un ambiente de crecimiento, de realización y por lo tanto de valoración de la propia dignidad.

Por eso este año de la misericordia, es bueno tomar en cuenta que ser misericordioso no es dar todo a los demás de tal manera que no se tengan que esforzar en nada, es más bien demostrarles la confianza que les tenemos, dejándolos resolver por ellos mismos sus problemas, sabiendo que cuentan con nuestro apoyo, pero nunca resolviendo las cosas por ellos y esa es una actitud de misericordia.

Así mismo crear ambientes que inviten a los demás a crecer en cualquier aspecto, así también crear espacios en los que se respete y valore a los demás tal como son, pues una persona misericordiosa es alguien que crea espacios libres para crecer y a su vez impulsa y motiva a los demás a valorar su persona y a desarrollar sus capacidades.


Javier Benavente MFJ

martes, 1 de diciembre de 2015

¿Cómo puedo trabajar sin cansarme?

Actualmente nuestra vida cotidiana está envuelta en tareas, pendientes, trabajos, requisitos, exigencias, condicionamientos y sobresaturación de cosas por hacer. Vivimos en un mundo en el que para vivir hay que trabajar, y tanto trabajo nos desgasta que, sin duda alguna, afecta nuestra calidad de vida. Estas condiciones nos orillan a querer ganar mucho trabajando poco, es decir, queremos recibir en mayor cantidad, dando en menor cantidad; pero la vida no funciona de esta manera. Probablemente la solución al problema sería descubrir ¿cómo puede uno dar mucho sin agotarse? es decir, ¿cómo puede uno trabajar incansablemente?



Existe un Santo, llamado San Juan Bosco, que encontró la respuesta a estas preguntas y supo vivir plenamente el trabajo incansable. Él siempre decía: “Para trabajar con éxito, téngase caridad en el corazón y paciencia en la ejecución”. Con esto se puede entender que el trabajo siempre debe ser hecho con amor y debe ser acompañado de la templanza, ambas de la mano, y de esta manera el trabajo será exitoso, pero ¿para trabajar incansablemente?

Entender la finalidad y el deber ser del trabajo nos puede ayudar a encontrar la respuesta. Todos estamos invitados a mirar el trabajo como medio y herramienta de amor para alcanzar la santidad. Entonces ¿los trabajos en casa, las tareas de la escuela y los pendientes de oficina me pueden ayudar a ser santo y realizarme en el amor? Sí, a continuación se explica.

La ascesis es un término que se utilizaba en la antigua Grecia para explicar las condiciones de esfuerzo y sacrificio físico a las que se sometían los atletas para adquirir la fuerza, es decir, la virtud. En la actualidad, lo podemos entender como ese esfuerzo amoroso que lleva a alcanzar una virtud y un bien moral. La ascesis relaciona estrechamente el área corporal con el área espiritual, trascendiendo los trabajos físicos en una ofrenda amorosa a Dios. Es por eso que todo trabajo que realicemos, mientras se busque un bien, podemos ofrecérselo a Dios, santificando así nuestras tareas, trabajos y servicios. Vivir la ascética nos ayuda a comprender que lo que debemos buscar nosotros como seres humanos al realizar algún trabajo, es nada más y nada menos que realizar la voluntad de Dios.



Es imposible evitar un desgaste físico después de trabajar, pero al realizar ese trabajo con esfuerzo amoroso, teniendo como motor el cumplir la voluntad de Dios, recibimos una gran ganancia en el alma y en el espíritu. ¡Pero cuidado! es importante no desvalorar ni desvirtuar nuestro cuerpo con sacrificios y trabajos agotadores; San Juan Bosco, quien trabajó incansablemente por los niños y jóvenes, comprendió muy bien esto y nos lo explica en su autobiografía: “Pero las tareas escolares, las ocupaciones de los repasos, el mucho leer requerían el día y una gran parte de la noche. Varias veces me sucedió que me cogía la hora de levantarme con un libro entre las manos, cuya lectura había empezado la noche anterior. Esto arruinó de tal forma mi salud, que durante varios años mi vida parecía estar al borde de la tumba. Por eso siempre aconsejaré hacer lo que se pueda, y no más. La noche se hizo para descansar, y, fuera del caso de necesidad, nadie debe dedicarse a trabajos después de cenar”. San Juan Bosco nos enseña que el trabajo incansable no se refiere únicamente a la dimensión corporal, sino a todo nuestro ser, llevando así en plenitud el alma y el espíritu en amor a Dios.

Por lo tanto, todos estamos invitados a vivir el trabajo como una oportunidad para amar a Dios y a los demás, a que seamos pacientes en lo que realicemos y siempre hacerlo de la mejor manera, pues es una ofrenda a Dios, encontrando así la alegría y plenitud de realizar su voluntad; pero siempre teniendo en cuenta nuestra salud, dando su debido tiempo y espacio a cada cosa. Cada uno debe ser consciente de cuando necesite dedicar tiempo al descanso y tiempo al trabajo.




¡Ahora tú puedes ser un trabajador incansable para construir el Reino de Dios aquí en la tierra!


José Román Martínez MFJ